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Showing posts from March, 2019
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EL NEGRITO DEL BATEY (O EL PODER DE LAS EXPECTATIVAS) Daniel Romero Pernalete En algún punto de su recién iniciada carrera hizo un trabajo con desgano o simplemente no lo hizo. Su supervisor inmediato lo catalogó como flojo y por esa razón pidió que lo movieran a otra dependencia. Lo mismo hizo el nuevo supervisor, por el mismo motivo. Paseó por varias oficinas y a todas ellas llegaba precedido por su fama de flojo. Como si llevara esa palabra ( “flojo” ) tatuada en la frente. Hasta un mote le ganó su fama: “El Negrito del Batey”, en alusión al popular merengue de la Sonora Matancera que empezaba así: “A mi me llaman el negrito del batey/ porque el trabajo para mí es un enemigo/ el trabajar yo se lo dejo todo al buey/porque el traba j o lo hizo Dios co m o castigo”… ( Para quien quiera recordarlo le dejo el enlace del video oficial: https://www.youtube.com/watch?v=AZHmbdQD0nE ) … Lo cierto es que nadie se a trevía a echarlo para ahorrarse líos con el sindicat

MI PILOTO AUTOMÁTICO (O LA INTERACCIÓN ENTRE DISCIPLINA Y MOTIVACIÓN)

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EL PILOTO AUTOMÁTICO (O LA INTERACCIÓN ENTRE MOTIVACIÓN Y DISCIPLINA) Daniel Romero Pernalete Personalmente siempre me ha funcionado. A mucha gente le habrá pasado igual, pero sólo puedo hablar por mi experiencia. Cuando la motivación se me escapa, recurro a la disciplina, que me ayuda a encontrar a la primera. Muchas veces algún evento laboral o extralaboral evapora la motivación. Un error en nuestro trabajo, una meta no alcanzada, un injusto reproche del jefe, un trámite administrativo que nos golpea o hasta alguna circunstancia familiar que nos trastoca (entre mil eventos posibles) puede afectarnos de tal manera que no encontramos la pequeña dosis diaria de motivación que necesitamos para hacer lo que debemos hacer. Se nos antoja cualquier cosa menos meterle el pecho al trabajo que tenemos por delante. Cuando eso me ocurre, apelo a mi piloto automático. Mi piloto automático me permite algo así como cortar temporalmente el deteriorado vínculo entre entusiasm
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EL PATEADOR PATEADO (O EL GERENTE “CON DOS CARAS”) Daniel Romero Pernalete Los protagonistas de esta historia tienen nombres y apellidos. Prefiero omitirlos para proteger la privacidad de los actores. Los hechos tienen lugar y tiempo. Prefiero omitirlos para no dar pistas. Ocurrieron en una oficina pública hace unos cuantos soles. Allí trabajaba una docena de empleados bajo el látigo severo de un jefe de departamento a quien llamaban “El Jefecito”. De malas pulgas era el Jefecito. Llegaba a las 8:00 de la mañana (el tipo era puntual), echaba una nerónica mirada a sus empleados que ocultaban su miedo detrás de una poco estudiada sonrisa, y emitía un gruñido que la gente tomaba por un saludo. Antes de entrar a su despacho se solazaba reclamando públicamente las fallas de algún subordinado. Quería que los demás escarmentaran en pellejo ajeno. Disparaba luego a quemarropa imprecisas instrucciones para algunos trabajadores, cuidándose de expresarlas con suficiente ambigüed
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LAS LOCHAS DE CASIMIR (O COMO MATAR LA MOTIVACIÓN INTRÍNSECA) Daniel Romero Pernalete Nadie conocía su nombre, pero todos a sus espaldas lo mentaban “Casimir” por la tela de la que estaba hecho el raído paltó que desde siempre usaba. Mi suegro contaba sus anécdotas cada vez que podía. Casimir era un indigente sin edad ni familia, y parecía que habitaba el pueblo desde su fundación. Era un tipo pacífico a quien sólo irritaba que los muchachos del pueblo lo llamaran a gritos por su mote. “ ¡Casimiiiir!”, gritaban a coro los muchachos. Y Casimir respondía con una lluvia de piedras que los muchachos hábilmente esquivaban. La escena se repetía diariamente cuando los chavales regresaban de la escuela y pasaban por la plaza que era refugio y universo del anciano. Hasta que un día Casimir (quien no sabía nada de Comportamiento Organizacional ni temas conexos) tomó una decisión que alteraría su rutinaria vida ¡y la de los muchachos! Casimir cambió una mo
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GERENCIA NIVEL VIZQUEL Daniel Romero Pernalete Con frecuencia oímos o leemos que una de las características más importantes de un buen gerente es su capacidad para “resolver problemas”. Me atrevo a sugerir que esa es una verdad a medias. Pienso que hay una habilidad tan o más importante que ésa: la capacidad para “evitar problemas”. Uno de mis profesores en el IESA (Instituto de Estudios Superiores de Administración, Caracas) hacia siempre hincapié en que el mejor gerente no es el que resuelve más problemas, sino el que los evita. Esa norma orientó mi trabajo a lo largo de mi prolongada pasantía por la administración pública y la gerencia universitaria. Por supuesto, un gerente hábil para resolver problemas es preferible a uno que no sepa resolverlos. Pero es mejor todavía un gerente que sea capaz de preverlos y prevenirlos. Para un observador desprevenido, es llamativa y loable la acción de un gerente que está siempre afanado apagando incendios organizacionales y retir