LOS GOLES DE HERNÁN CRESPO

(O la importancia de la información)

 

Por: Soc. Daniel Romero Pernalete, MSc.




Hernán Crespo es un exfutbolista y director técnico argentino de alto calibre. Jugó como centro-delantero en varios equipos europeos y fue considerado uno de los jugadores más destacados de su época. Se le cuenta entre los cuatro mejores goleadores argentinos en el futbol del viejo continente (que no es poco). Destacaba en él la capacidad para “adivinar” por donde vendría el balón para estar oportunamente en el lugar correcto y batir, en innumerables ocasiones, al portero contrario.

Hace unos días un amigo futbolfílico me hizo llegar un video en el que Crespo explicaba, entre otras cosas, como fue cultivando esa habilidad para estar dónde y cuándo debía estar para poner en aprietos la portería contraria.

Resumo el mensaje a grandes tajos. La alineación del equipo le permitía, como a cualquier otro jugador, saber por dónde avanzaría tal o cual compañero. Pero Crespo no se conformaba con eso: interpelaba a sus compañeros para conocer cómo, dependiendo de las circunstancias,  actuarían cuando avanzaban con la pelota entre los pies.  Llegó a saber hacia qué palo patearía un compañero cuando avanzaba libre de marca y hacia cuál dispararía si era acosado por algún adversario.

Con esa información, Crespo podía prever con altas probabilidades de acierto, por dónde vendría el balón en el último tramo del trayecto, para salir a su encuentro e intentar aventarlo contra la red del otro. No había en esto tal cosa como “suerte” o “facultades adivinatorias”. Ocurre que en tiempos en los que no se  recolectaban ni explotaban datos como ahora, Crespo (y eso le da más mérito al argentino) sabía transformar los datos en información y convertirla en estrategia personal que, sumada a sus condiciones físicas, le permitía una elevada efectividad al momento de hacer goles y hacer que el equipo ganara partidos.

Algo similar ocurre con aquellos gerentes (o empresarios, o emprendedores) que parecen siempre estar donde se presentan las oportunidades: en el momento correcto y en el lugar correcto. No son adivinos, ni nacieron “enmantillados”, ni son consentidos de la diosa Fortuna. Sólo son individuos que, aparte de sus ganas y su formación profesional, procuran información que les permite saber hacia dónde se mueve la economía, desde donde saltará la liebre oficial, qué hacen bien y qué hacen no tan bien los competidores, dónde están  los proveedores, qué demandarán los consumidores…  Son individuos, en síntesis, que saben leer el entorno.

En el mundo actual, agitado y cambiante, la lectura del entorno es una actividad gerencial de primer orden. Mal navegante es aquel que no monitorea la dirección del viento para ajustar las velas. Leer el ambiente supone observar, indagar e integrar lo sabido en una estrategia. Esta destreza es incluida en la categoría de "habilidades conceptuales” que Robert Katz estimaba necesarias (junto con las “habilidades técnicas” y las “habilidades humanas”) en un buen gerente. El propio Katz señalaba que las mentadas habilidades conceptuales se hacían más importantes mientras más cerca estuviera el gerente de la cúspide de la (chica o enorme) pirámide organizacional.

Pero reencontrémonos con Crespo. Destaquemos el hecho de que él no esperaba pasivamente las oportunidades: observaba, indagaba, y armaba su estrategia personal para generar las oportunidades de gol. Volvamos a la analogía. Un gerente del montón, igual que un jugador mediocre, deja pasar las oportunidades (y a veces ni siquiera las ve). Un buen gerente, como un buen jugador, sabe aprovechar las oportunidades que se le presentan. Un gerente estrella, lo mismo que un jugador de lujo, crea las oportunidades.

Lo que antes hacía Crespo a título personal y de modo “artesanal”, hoy, gracias a la tecnología, puede hacerse de manera colectiva y altamente eficiente. La recolección e integración de innumerables datos son la base actual de estrategias deportivas ricamente alimentadas. También los gerentes disponen hoy de modelos y simuladores que les permite capturar y procesar grandes volúmenes de datos del entorno para el diseño de sus estrategias empresariales. 

Alguien podría argumentar que un rebote, una mala salida del portero o un mal pase de los adversarios pueden ofrecer la oportunidad de marcar un gol… Es cierto, pero el resultado de un juego, como el crecimiento de una empresa, no puede estar en manos del azar. Ni basarse en los probables errores de otros. 

Un gerente que no busque y procese datos de su entorno para generar información que nutra su estrategia es una especie de gerente miope que ha perdido, o nunca los tuvo,  los lentes para ver de lejos.

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